martes, 21 de febrero de 2012

Una de piratas

  Era un día como cualquier otro. Salí del trabajo mientras la noche se iba apoderando poco a poco de la ciudad con sus siniestras tinieblas, mientras la luz del sol se daba por vencida hasta el siguiente día. Era un día como el de ayer o como el de hacía una semana salvo por los acontecimientos acaecidos a continuación. Caminando con paso decidido por la calle, observé el reflejo de mi persona devuelto de la cristalera de un escaparate y caí en la cuenta de que algo me estaba sucediendo. Mis atuendos se convertían en multicolores telas, un pañuelo anudado a la cabeza hacía vez de tocado y en mi cinto aparecía de pronto un sable entrecruzado. Y mi cara....no reconocía las horribles facciones que me devolvían el frío reflejo del cristal. Una inmensa felicidad recorría, no obstante mi alma.

  A mi alrededor la multitud alborotada rebosaba de alegría y positividad. Los atronadores percusionistas de una charanga marcaban el ritmo y el paso de los transeúntes. Caía en la cuenta de que había llegado el Antroxu a mi ciudad, convirtiendo con su magia al conglomerado de ciudadanos en una variopinta y multicolor masa de felicidad.
  Mi condición de pirata hizo que me rodeara con la siniestra muerte en busqueda de almas que divertir y saciar su insaciable avidez de jugo de manzana fermentado, precedida de lúgubres esqueletos con muy buen talante. La velada se convirtió en un sinfín de bromas y risas mientras saboreábamos las exquisitas viandas servidas para apaciguar a nuestros famélicos estomagos. Cambiamos el ron por la fresca sidrina que fluía a raudales y la figura de la muerte lo convirtió en inmortal.












1 comentario:

  1. Gran noche de risas y reencuentros... Espero repetir muchas veces ;)

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