lunes, 28 de junio de 2010

Incursión en la reserva Saja-Besaya

  Recargadas las pilas empiezo el Lunes tras haber compartido momentos inolvidables con buena gente. Los ojos y la memorias ebrios de tanta belleza me recuerdan lo pequeñitos que somos en la faz de nuestro planeta. Recuerdos que quedaran imborrables en mi memoria como el vuelo sereno del buitre leonado o del cada día mas escaso Alimoche. Las apacibles miradas de las vacas de raza Tudanca viendo pasar nuestro séquito sobre ruedas, hubo ocasiones que las familias vacunas se nos acercaban con sus crías, haciéndonos sentir como extrañezas animales en aquellos lugares, dignos de enseñar a su progenie. El sonido del pájaro carpintero en la frondosidad del bosque de hayas y Robles. Todo tipo de líquenes cubriendo las cortezas de los árboles confirmándonos la pureza de aquella atmósfera embriagadora. La pureza de las aguas de la que tuvimos que beber para saciar nuestra sed en la subida al Moral combatiendo el implacable efecto del astro rey en las horas medias del día. La demostración del guardabosques del lugar con un búho real en periodo de amaestramiento cetrero, todo un espectáculo. Y sobre todo, la inigualable compañía de unos chicos increíbles en la práctica de nuestra afición favorita y a posteriori compartiendo una estupenda barbacoa a la luz de la luna.
 Las pequeña heridas de las cotoyas en mis tobillos y demás magulladuras de acontecimientos que no quiero recordar, me devuelven a la realidad del día a día con la mente entusiasmada en la próxima aventura.


















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